13 AGO – 12 SEP 2025
El artista Carlos S. Peña / Karlst nos presenta una instalación a dos canales en «Obra muerta», una exposición individual comisariada por Jose Luis Lozano Jiménez. Cuenta con el apoyo de PROYECTOR.
El ojo y la superficie
«Nada hay más invisible que lo evidente”
Richard Sennett, El artesano, 2008.
Puede ser una ventana abierta, una lente de cámara, un ojo que observa sin ser visto… En La ventana indiscreta, Hitchcock nos invita a habitar el deseo de mirar desde la aparente inocencia del hogar, donde el ocio se transforma en vigilancia y el otro en objeto de sospecha. La distancia no protege, al contrario, nos expone a la fragilidad ética del que ve demasiado.
Décadas más tarde, en el film Blade Runner, esa mirada se institucionaliza. El control ya no es un impulso individual, sino un sistema opaco, tecnológico y despiadado. Los cuerpos son catalogados, perseguidos, retirados. Lo artificial no es una amenaza por su diferencia, sino porque exige ser visto como humano. Aquí, la vigilancia no se disfraza, se graba, se archiva, se ejecuta.
Ambas ficciones, una íntima, otra distópica, revelan que observar es también dominar, que toda mirada lleva consigo una forma de violencia, sutil o brutal. Entre cortinas entreabiertas y pantallas que todo lo registran, se traza el contorno de una pregunta urgente ¿quién tiene derecho a mirar, y a costa de qué?
La obra de Carlos S. Peña / Karlst, se inserta en ese umbral inquietante, donde mirar es ya intervenir, y donde la imagen no es neutra, sino arma, espejo y trampa. Frente al ojo que vigila, el arte se convierte en contra-mirada.
Obra Muerta es una contemplación detenida sobre aquello que flota a la vista, pero no siempre se percibe. En la jerga náutica, la “obra muerta” es la parte visible del casco de un barco, esa porción que emerge y corta el paisaje, mientras la “obra viva” sumergida y funcional, se hunde en la invisibilidad del movimiento y la carga. Esta dualidad entre lo que se muestra y lo que se oculta, entre lo que permanece y lo que desplaza, articula una reflexión visual sobre los cuerpos que habitan el tránsito, los territorios flotantes y
las arquitecturas en movimiento.
Como Jeffries, el protagonista de La ventana indiscreta, que convierte su ventana en dispositivo de observación y control, aquí la mirada del artista se activa en la espera desde su ventana, desde la quietud se rastrea la vibración de lo efímero. Pero a diferencia del voyeur inmóvil que reduce lo otro a sospecha o relato, la mirada del artista es expansiva, casi arqueológica. En lugar de registrar al sujeto, documenta la huella, barcos, estructuras flotantes, fragmentos móviles que interrumpen el paisaje cotidiano y lo convierten en un no-lugar. Son cuerpos navegantes que, al posarse brevemente sobre el entorno urbano, lo reconfiguran y lo exponen. Como señala Marc Augé, los no lugares son espacios de tránsito sin arraigo, definidos por la fugacidad de sus relaciones y la neutralidad de su arquitectura. Están hechos para pasar, no para permanecer. Son escenarios de la sobremodernidad donde el sujeto se diluye, reducido a un gesto funcional, viajar, esperar, consumir. En Obra Muerta, Carlos S. Peña / Karlst se detiene precisamente en estos espacios suspendidos, flotantes, que surcan el mar sin pertenecerle, transformando el paisaje sin asentarse en él. Su mirada no busca fijar un significado, sino registrar esa condición transitoria como una forma de escritura sobre el entorno.
En esta observación silenciosa, casi espectral, la instalación se emparenta con obras como The Giant, 1983 de Michael Klier, donde el mundo se revela únicamente a través de las imágenes captadas por cámaras de vídeovigilancia. En ambos casos, el paisaje se convierte en un cuerpo observado, fragmentado, impersonal, registrado por una óptica que no toca pero que lo captura todo. La mirada no es humana, pero no por ello menos íntima. En su distancia, hay un nuevo tipo de sensibilidad, una poética del control, “si un lugar puede definirse como identitario, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse como identitario, relacional o histórico será un no lugar”, menciona Marc Augé en su libro Los no lugares, 1992. Obra Muerta reencuadra estos no lugares como paisajes que sí nos hablan, si sabemos escuchar. Cuerpos flotantes, estructuras móviles, fragmentos de lo urbano que aparecen y desaparecen como signos de un relato más amplio, el de una ciudad viva, vigilada, pero también llena de intersticios para la contemplación. En el borde entre lo visible y lo ignorado, entre lo que se desplaza y lo que vigila, la obra de Carlos nos enseña que mirar puede ser también una forma de habitar, sin poseer, sin fijar, sin capturar.
En este tránsito, la ciudad se convierte en escenario distópico, como en Blade Runner, donde la vigilancia no siempre es evidente, pero sí constante. La máquina del control ya no necesita cámaras, pues basta con fijar la atención, dejar que el encuadre funcione como algoritmo sensible. Lo que se ve, se ordena, lo que flota, se codifica. Y sin embargo, en Obra Muerta, hay resistencia. La instalación desprograma la mirada productiva y nos invita a observar sin conquistar, a habitar la superficie sin necesidad de penetrarla.
Esta obra es, en sí misma, un dispositivo óptico, pero también una deriva, una meditación sobre lo que se desplaza, lo que habita entre aguas, lo que aparece y se va. Frente al gesto de vigilar, propone la pausa, frente al impulso de controlar, sugiere la deriva. Es en ese intervalo, entre imagen y eco, donde emerge la potencia política de mirar sin capturar.
En un tiempo saturado de imágenes, donde todo parece visible pero nada es realmente visto, su trabajo nos devuelve a una mirada sin prisa, sin objetivo, sin captura, pero “visto así, deberíamos decir que no tenemos hoy ninguna esfera privada, pues no hay ninguna esfera donde yo no sea ninguna imagen, donde no haya ninguna cámara”, menciona Byung-Chul Han en su libro En el enjambre, 2024. Nos invita a contemplar no para controlar, sino para convivir con lo que no se fija. Como esos cascos que rozan la
superficie del agua y se alejan sin dejar rastro, la obra abre una fisura en la arquitectura de lo estático, revelando que incluso lo más sólido es transitorio.
Observar es, en este caso, reconocer la fragilidad de los contornos y la temporalidad de los paisajes que creemos permanentes. En la superficie de lo visible, esa obra muerta flotante, habita una potencia política, la de mirar sin invadir, de registrar sin poseer.
Frente al ojo que vigila, esta obra propone el ojo que acompaña en la superficie.
José Luis Lozano Jiménez
Profesor Titular de Universidad
Departamento de Pintura. Facultad de Bellas Artes
Universidad de Granada
OBLIQUO
Calle Valencia 17, Madrid.
Horario de L-D de 9-22h.

Obra Muerta
2 canales
5:24 / 7.00
2025
En náutica se entiende por obra muerta a la superficie del casco de un barco que sobresale de la superficie del agua y, por tanto, la parte visible de un buque desde el exterior. Asimismo, se le da nombre de obra viva a la superficie del casco que permanece sumergida, y todo la carga que este contiene.
Este trabajo de contemplación está dedicado a entender la aportación paisajística que generan estas obras muertas a su paso por nuestra ciudad, no solo a través de su funcionalidad (obra viva), sino de su manera de desdibujar la arquitectura inmóvil de nuestros espacios estáticos.
La mirada en este ensayo se centra en esos ‘no-lugares’ y su manera de integrarse en los espacios que transita, transformando y dinamizando su paisaje.
Muestras / Shows
Galería Zulo – COEX
CAAM – Espacio CV
Hybrid Art – Margullo Books
Phe Gallery 21

Carlos S. Peña / Karlst
Diplomado en producción musical en la Escuela de Música Creativa, Madrid (2015), Carlos pasaría a desarrollar más tarde su interés por el arte visual de forma autodidacta, con el que termina generando un diálogo entre ambas disciplinas.
En su recorrido como artista audiovisual destacan COEX, su primera exposición en solitario en la galería Zulo (2021), Obra muerta, expuesta en Espacios CV, Centro Atlántico de Arte Moderno (2020) y en Phe Gallery (2021), así como Hiperrealidades (2020), su primer trabajo de videoarte, que formó parte del catálogo de Canarias en Corto 2021. En la actualidad Carlos encuentra en el lenguaje audiovisual alternativas a la percepción de nuestro entorno más inmediato.
En lo visual se centra en descubrir nuevos modos de ver a través del herramientas ópticas con los que explora campos visuales alternativos, como es el uso del telescopio en Obra Muerta, una pieza que lleva desarrollando desde 2018. En la actualidad complementa su técnica audiovisual con el uso tecnología digital como la fotogrametría y el escaneado 3D. En lo sonoro reivindica la importancia de la experimentación tímbrica, y de ambientes con ritmos elásticos y sostenidos.





