Arturo Moya Villen
04 MAY - 06 JUN 2025

04 MAY – 06 JUN 2025.
SPECIO exposición individual de Arturo Moya Villén

SPECIO exposición de Arturo Moya Villén.
Comisario: Mario Gutiérrez Cru.

Cuenta con el apoyo de PROYECTOR.

Una calle, una farola, un banco, una farmacia, un coche, otro. Un peatón, otro. Nadie mira, nadie sabe.

Una cámara observa la vida. La registra. La olvida. Un monitor muestra un presente continuo con posibilidad de pasado. Pero, ¿cómo volver atrás? ¿Qué haríamos diferente si pudiéramos? ¿Si supiéramos?

La vida se nos presenta así: de frente, sin distracciones, a veces con un punto y aparte, otras simplemente con una coma, y rara vez con un punto y seguido.

Ahí estamos, ante una máquina del tiempo, mínima, en apariencia inofensiva, que nos permite revisitar el instante, ese que ya fue, el de alguien que pasó hace unos segundos… o hace una vida.

Arturo Moya nos invita con SPECIO, instalación interactiva de apariencia juguetona y cuerpo reflexivo, a contemplar lo que hicimos. Nos devuelve la mirada. Nos devuelve nuestra mirada.

Una cámara recoge nuestros movimientos, como lo hacen las cámaras de vigilancia urbanas, o los móviles que almacenan nuestros datos, recorridos, conversaciones, gestos y gustos. Un ordenador los “utiliza”, y en ese proceso surge una posibilidad remota pero persistente: el “rewind”, ese botón casi extinto que evocaba nuestra infancia, el control, la repetición, el deseo y posibilidad de “volver”. ¿A qué? ¿A cuándo?

Pero, ¿Cómo activar nuestra presencia?¿Cómo activar nuestro pasado?

En una calle donde se nos invita a pasear, a movernos -rápido- y a consumir -sin pausa-, detenerse se convierte en un acto casi de resistencia. Como ocurría en la obra de Alberto C. Bernal (Resistencia Pasiva, 2013–17) donde al quedarse inmóvil frente a una cámara de vigilancia del extinto Medialab Prado se te ofrecía una obra creada para tí. Aquí sucede al contrario: solo al moverse aparece lo oculto. El archivo se revela, pero no para quien espera, sino para quien habita el flujo.

Para Arturo “SPECIO” tiene esa doble dimensión, la de especular sobre la propia imagen y sobre la propia vida y la de mirarse al espejo. “El espejo es el primer otro, reconstruye nuestra mirada infantil desde una visión lacaniana”. Además “una de las cosas que uno busca al mirarse en el espejo es el vencer a la muerte, ¿no?, Uno se mira al espejo para rastrear cómo la muerte va actuando”. Estas reflexiones de Arturo me recuerdan a la poética película El lado oscuro del corazón (Eliseo Subiela, 1992), donde la muerte susurra: «Mientras sigas componiendo no podré llevarte.» Mirarla de frente es postergar su llegada. También podría referenciarse aquella escena imborrable de Marina Abramović en el MoMA en 2010, cuando su ex pareja Ulay se sienta frente a ella después de 22 años de separación: mirar al pasado es mirar al otro, es mirar(se) de nuevo.

Todo esta especulación, nunca mejor dicho, tiene que ver también con la pieza, que nos presenta un presente y un pasado como un espejo de sí mismo, casi una evocación del doppelgänger lyncheana, ese doble que acecha desde las sombras del yo.

Además la pieza añade, no como algo banal, un triple reloj, el digital con la hora actual y la hora retrocedida “rewind” y otro reloj analógico, con 2 agujas (horas y minutos) y un segundero extraño y único de hueso. Como si el artista nos quisiera hablar de que nuestra hora está marcada, pero los segundos que consigamos seguir vivos son los que estamos venciendo a la muerte. Este reloj alterado me retrotrae a la película Dans la ville blanche (Alain Tanner, 1983), donde un hombre pierde la noción del tiempo y de sí mismo en una ciudad ajena donde hay un reloj con anda del revés: “No, él marcha bien, es el mundo el que marcha al revés” decía la camarera. 

Una pena no poder volar siempre hacia el oeste, retroceder en el tiempo para poder volver al ayer, para poder volver a ti.


OBLIQUO
Calle Valencia 17, Madrid.
Horario de L-D de 9-21h.

Specio

Videoinstalación interactiva
2015

Specio es una instalación interactiva que reflexiona sobre el tiempo, el cuerpo y la mirada.

Specio significa “miro” en latín, una raíz sobre la que se formaron dos vocablos diferentes: speculum y specula. Speculum significó instrumento de mirada, espejo, mientras que specula se convirtió en atalaya, observatorio. De éste segundo derivó el verbo speculari, mirar desde arriba, desde un puesto elevado, del que procede nuestro actual especular.

La palabra specio contiene entonces dos miradas: la reflexiva y horizontal del espejo y la inquisitiva y vertical del vigía o del gigante. Sobre esta doble mirada la obra despliega el tiempo como un elemento que es manipulado por la relación del participante con su propia imagen, con su reflejo especular.

Specio se plantea como un juego en el que el movimiento de los participantes delante de una cámara atrasa el tiempo de su imagen. Dos relojes acompañan la imagen, uno marca la hora real y el otro se atrasa en función del movimiento, situando a los participantes entre dos temporalidades, la real y la procesada por el software. Cuanto más movimiento se produce, más retrocede temporalmente la imagen del participante y la del segundo reloj. La convivencia en la proyección de ambos relojes visibiliza el desdoblamiento temporal y permite cuantificar su desfase.

La instalación ha sido presentada en versión para exterior y para interior. Concebida originalmente para la plaza pública, la imagen de los participantes y el doble reloj se proyectan sobre una torre -lugar en el que suele alojarse un reloj comunitario-, o sobre un campanario -arquitectura sonora que también estructura el tiempo de la comunidad-. El doble reloj de Specio sustituye el tiempo unitario, global y medido de la comunidad, por uno desdoblado, individual y manipulado por los cuerpos de los asistentes.

Planteada en principio como un juego inocente y divertido, como una pequeña máquina del tiempo en la que manipulamos el tiempo de nuestra imagen, y con la que podemos intentar llevar un contador de 100 a 0, o recuperar y manipular la imagen de un participante anterior, la obra propone en paralelo otro estrato de lectura. Specio sugiere un sujeto puesto entre paréntesis, entrecomillado y suspendido entre un tiempo abstracto e isócrono, y otro concreto y móvil, un sujeto escindido entre una temporalidad global y otra individual. Specio invita a usar el movimiento –metafórico y real- como un modo de oponerse al paso del tiempo de mi imagen, y por tanto a la muerte, y sugiere además la idea de un sujeto atrapado en un no-lugar temporal entre la instantaneidad de los Media y el tiempo real.

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Arturo Moya Villén

Arturo Moya Villén es artista sonoro, artista electrónico, performer, compositor y comisario. Se inició en la música, en la danza y en la experimentación visual de la mano de su padre, Arturo Moya, pianista y compositor y de Esther Guillemat, bailarina y coreógrafa. Ambos fueron colaboradores de José Val del Omar y le transmitieron desde niño las experiencias y visión del pionero, figura clave del arte electrónico español.

Después de una etapa inicial como pianista clásico, se decantó por el campo de la composición electroacústica, y se formó en el laboratorio Phonos de Barcelona con Gabriel Brncic y en I.R.I.S., Roma con Giuseppe di Giugno, gracias a becas de la SGAE y CITE/COMETT. Desde entonces ha desarrollado su carrera principalmente entre España e Italia.

En esos primeros años inició la creación de dispositivos interactivos que buscaban poner en crisis los conceptos de intérprete y música asumidos en la electroacústica, prestando especial atención a las relaciones inestables entre cuerpo, música y tecnología. En paralelo empezó su interés por las intervenciones sonoras site-specific entre las que destacan las tempranas “Espacio vibrado”, de 1998 en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, una intervención sonora para altavoces repartidos por la totalidad del espacio del museo, o “Musica da Luogo” de 1999, en la Basílica Catedral de Atri, para orquesta de arco y coro, con desplazamientos del sonido por su nave central.

En esos años presidió la Asociación de Música Electroacústica de España, combinando su actividad creativa con el compromiso con el contexto. Gracias a su impulso se introdujo en España el trabajo de figuras muy relevantes del arte sonoro, lo que permitió ampliar el círculo de la electroacústica académica. Caso especial merece Alvin Lucier, cuyas performances e instalaciones más emblemáticas fueron presentados por primera vez en España.

La ortodoxia del medio electroacústico y su necesidad de encontrar nuevas formas de expresión lo llevaron hacia el arte sonoro y el arte electrónico. En ellos ha encontrado un campo más amplio para la experimentación sonora y visual, en los que ha podido plasmar sus investigaciones sobre la voz y el habla como receptores de violencias desviadas, sobre la interacción como agente disruptor de la experiencia estética, sobre dispositivos electrónicos para la negociación de la identidad, o sobre la escucha como corte y herida, por citar algunas de las líneas más relevantes de su producción. Su trabajo, que incluye una importante presencia de formatos interactivos, se ha desarrollado en los ámbitos de la escultura sonora, la instalación sonora, los proyectos site-specific, la performance, el video, la composición acústica y electroacústica o la robótica.

Su interés por el avance global del medio le llevó a fundar y presidir desde 2012 hasta el año de la pandemia, la asociación EX, asociación de arte electrónico y experimental, una organización sin ánimo de lucro cuyo fin era promover y difundir el arte electrónico y experimental. La iniciativa consiguió desarrollar una posición diferenciada en su campo, con proyectos y comisariados dentro y fuera de España, actividades de formación, mediación e investigación y con convocatorias internacionales que premiaron a artistas de España, Italia, Alemania, Países Bajos, Suiza, Bulgaria, USA, China, México, Brasil, Colombia, Chile, o Israel.

En la actualidad desenvuelve gran parte de su trabajo junto a la creadora, intérprete e investigadora Ruth Abellán y la técnica especialista en hardware y firmware Riley García. Junto a ellas y otras/os colaboradoras/es está desarrollando “Violencias del decir”, un proyecto que sigue una línea de trabajo de más de diez años en torno a la violencia en el habla y en la voz. El proyecto, que ha sido subvencionado con las Ayudas a la Creación de Artes Visuales de la Comunidad de Madrid, reúne a investigadoras/es procedentes de la filosofía, el arte sonoro, la foniatría o la logopedia y cuenta con el apoyo de la Sociedad Médica Española de Foniatría y la Asociación Española de Tartamudez.

Sus proyectos, en solitario o en colaboración, han sido presentados en España, Italia, Chile, Argentina, Cuba, Estados Unidos, Francia, Bélgica, México, Reino Unido y Alemania. Entre ellos: Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), Sala Alcalá 31, Festival Proyector, Instituto Valenciano de Arte Moderno, Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, Fundació Joan Miró (Barcelona), Maison de Radio France (París), Fundidora Park (Monterrey), Fonoteca Nacional de México, Conservatorio di Santa Cecilia (Roma), Institut fur Neüe Musik der Hdk (Berlín), State University of New York at Buffalo (USA), Centro de Cultura Contemporània de Barcelona, Ex-Mattatoio (Cagliari), Centre del Carme Cultura Contemporània (Valencia), Museo Barjola (Gijón), Círculo de Bellas Artes (Madrid), Lazzaretto (Cagliari), etc.

Recientemente ha presentado, junto a Llorenç Barber, “Músicas desconfinadas (finalmente)” (2020) una instalación sonora interactiva site-pecific para el IVAM, o “Sambori”, (2022) una escultura sonora interactiva para Centrocentro (Madrid, 2022) y Centro del Carme de Cultura Contemporània (Valencia, 2023). 

En 2023 ha presentado “Monster Game”, una instalación sonora interactiva y “Hablar no es ver”, una escultura sonora reactiva en la galería Max Estrella, dentro de la exposición comisariada por Gregorio Cámara “El día que el Universo cambió”. En ese mismo año también ha presentado, junto a Enrique Radigales, “Sensowifi” una instalación sonora interactiva para Etopía (Zaragoza). A finales de 2023 ha presentado “Il suolo è lava” una instalación sonora site-specific encargo del Festival Creature/Open House de Roma.

En 2024 ha presentado junto a Ruth Abellán la pieza sonora “Por boca de otro”, en los actos de conmemoración del XXX aniversario de Cruce, dentro de la plataforma In-Sonora.

También en 2024 ha presentado en la sala Alcalá 31 de Madrid, en colaboración con Eva Lootz, las obras: “Si aun quieres ver algo…”, una escultura audiovisual interactiva y “Columnas parlantes”, una instalación sonora.

https://arturomoyavillen.com/


Clara Abi Nader
05 ABR - 02 MAY 2025
ESP